domingo, 9 de mayo de 2010

Homenaje


Reflexión de una joven con deseos de
homenajear justamente a su madre

Sthefany Alexandra Chávez Laguna


El Día de la Madre, ¿se debe celebrar un segundo domingo de mayo o todos los días? La madre amanece y anochece pendiente de nosotros, que esto nos lleve a la reflexión.
Hoy se celebrará el Día de la Madre y vemos a la gente agitada haciendo las respectivas compras que este día demanda; a los profesores organizando un justo homenaje , a las empresas preparando la sorpresa para las madres trabajadoras, a los más pequeños realizando graciosas manualidades , a los adolescentes y jóvenes universitarios contando sus monedas para poder sumarse al público consumista ; a los hijos ya mayores pidiendo ayuda a sus hijas para poder elegir un regalo digno para su madre y a los establecimientos comerciales aprovechando al máximo la demanda de esta fecha. Sin embargo, ante el ajetreo que una fecha tan especial como esta ocasiona, nacen ciertas preguntas: ¿acaso es posible homenajear sólo un día al año a la madre?, ¿acaso es posible portarse bien con ella sólo el segundo domingo de mayo?, ¿acaso es posible limitarse a regalar algo físico, por más costoso que sea?
La respuesta a estas interrogantes es: ”no” .No es posible homenajearla sólo una vez al año, tampoco es posible portarse bien con ella sólo un domingo de mayo y mucho menos, el limitarse a regalar cosas materiale ; no a aquella que nos regalo la vida o que tal vez no nos la dio, pero que a diario nos da cuatro regalos únicos, propios de ella: su amor, su protección , su comprensión y su enseñanza; la cual reparte triste, porque sabe que debe preparar al bebé a enfrentarse a la realidad, llena de muchos defectos y casi ninguna virtud; pero contenta a la vez, porque espera que su hijo sea un buen fruto.
Ella, la que nos pinta la vida de mil colores con su amor ,la única que dejaría de alimentarse por ver a sus hijos bien nutridos, aquella mujer que renuncia a sus vanidades por satisfacer las de sus hijos, la capaz de desvelarse noches enteras por cuidar a su pimpollo de alguna enfermedad, aquel ser que hace también de padre cuando no hay uno en casa, la que es amiga cuando se trata de escuchar y comprender a su hijo por alguna situación vivida, la que se convierte en mujer cuando prepara a la hija para formar un nuevo hogar o simplemente, cola que daría la vida por nosotros sin siquiera pensarlo.
Ella da vida, cuida y amamanta a los pequeños; en la niñez, recoge puntual al retoño en la puerta de la escuela ; en la adolescencia, intercede ante el padre por algún capricho del hijo; en la juventud pondrá todo se su parte para que el hijo cumpla sus metas y la única que en la adultez, si es que el hijo fracasa, no juzgará, lo abrazará y le dirá : “levántate y adelante”.

Hay que reconocer que a veces reniega o se molesta con nosotros y es que, al igual que Dios, nos castiga porque nos ama y desea que se corrijan. Por eso, ante el castigo, abrásenla y ámenla porque ese castigo no es más que corrección para que en algún futuro, no se vuelva a cometer errores.
Pues bien, que esto nos haga analizar y reflexionar lo que significa “tener madre”, no todos la tienen y aquellos que carecen de ella, sufren por no haberla valorado en vida. Valoremos a nuestras madres, retribuyéndole a diario todo lo que ella nos da, siendo obedientes, respetándola, buscando en ella la mejor amiga, considerándola y hacer las cosas pensando en su bienestar , el bienestar de ella es el nuestro ya que no existe seres con mayor conexión que la madre y el hijo. No se limiten a darle un abrazo sólo este día, abrásenla todos los días del año que ese será el mejor regalo que le pueden dar y si por la mente pasa, algún regalo material, no olviden que ellas, además de madres, también son mujeres.

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